lunes, 2 de junio de 2008

Cristal & Cuerdas


Soy más fuerte de lo que pensaba y más frágil de lo que creía.

Mejor explicaré esta ambiguedad.

Cuando empecé en esto del BDSM, hace menos de un año, me recuerdo a mí misma cagada de miedo. Llena de curiosidad, de ganas de empezar, con ilusión, con dudas, con la ingenuidad del novato. Pero cagada.
Veía fotos de torturas que me parecían escalofriantes, leía relatos con los que se me erizaba la piel y me humedecía, pero que realmente me imaginaba a mí misma en esas situaciones...y me cagaba.

Una vez que las ganas vencieron a la prudencia y al miedo, empecé a buscar al que fuera mi primer Amo. Ardua tarea, teniendo en cuenta que aún no sabía enumerar mis límites y ni siquiera responder a la pregunta básica obligada "¿y tú qué quieres?".
Han pasado meses de eso, y aún no sé responder, pero almenos puedo matizar algo, un esbozo almenos.

Hice varias cosillas (llámale sesiones, llámale experimento, llámale...)con varias personas, pero al pasar el momento en el que estábamos en la sesión, todo acababa. No sentía nada, no me sentía atada a esas personas, no sentía la necesidad de volverlos a ver, de sentirlos, de entregarme, de postrarme a sus pies. Muy raro todo. Pensaba que eso era todo, era el comienzo, y conforme pasara el tiempo acabaría "enamorándome" de ellos y acabaría sintiendo esas necesidades que no tenía. Pero lejos de querer y necesitar acercarme, me alejaba. No me satisfacían. No notaba nada. Incluso me daba una pereza enorme ponerme al messenger para hablar durante largo rato, con la cam o incluso el hecho de que me llamaran pensaba "joer, ahora me perderé lo que pasa en la peli".

Al acabar estas mini-relaciones en las que no llegué a ser la sumisa de nadie, pensé "pues vaya mierda, si esto es todo...no sé yo si llegaré a sentir eso que describen tantas sumisas, esa "entrega", esa "necesidad" del Amo, esas ganas de darlo todo". Y también pensaba que viceversa tampoco ocurriría, que de alguna manera, el que fuera mi Amo también llegara a "necesitarme", complacerme y valorara mi entrega.

Entonces apareció Él. Llamémosle Señor X.

En una comida entre casi-conocidos, allí estaba, y no sé por qué me senté a su lado. Habían más sitios libres, pero ese quizás estaba más cerca de una amiga que almenos conocía de otra vez.
Y ocurrió. Fué empezar a hablar y a ponerme cual tomate cherry. Me pareció encantador, su voz....enérgica, alto y fuerte, vestido elegentamente pero informal, y, por qué no, guapísisisisimo. Como siempre que me pongo nerviosa, empecé a hablar sin parar, gesticulando excesivamente. Todo eso sin poder dejar de sonreir (dientes sucios por la comida? al igual pensaba yo en ellos en ese momento....), sí, esa sonrisa constante y tonta que me sale, y que luego me deja dolor de mandíbulas.
-soy sádico, me dice. -pues vaya, a mí va a ser que el dolor me duele. Joer, menudos reflejos tengo para las respuestas...aix....


Ya embriagada por el flechazo, y aún aturdida por lo que había sentido, volvimos a quedar, ya a solas, para comer y charlar.
Volví a sentir lo mismo que la primera vez. Unas ganas enormes de ponerme en sus manos, de dejarme llevar, de entregarme. Era estar a su lado, sólo con la mirada y su manera de hablarme y ya notar cosquillas en las "calcetes". Y aún no me ha tocado, pensé. Entonces me cagué de verdad, porque sabía que acabaría en sus manos, y lo peor de todo era que deseaba que lo hiciera, cuanto antes.
Con el Señor X empecé a saber lo que significa el dolor, muy por encima por supuesto, que ambos sabíamos que estoy empezando.

Jamás imaginé que pudiera aguantar fustazos, la caña, el gato o el rabo ese de toro infernal. Cuando llegaba a mi casa llena de morados en el culo o en el pecho, lo primero que hacía era ir al espejo a mirarlos, pero de reojo. Me daba ( y me sigue dando ), una verguenza enorrrme mirarme al espejo y ver lo que me había hecho. Marcas, morados! Y bien lilas que eran, diosssss. Pero qué hermosos eran, y me los había hecho Él!! Tenía sus marcas, la consecuencia de su placer....
Tras esas "sesiones" me sorprendía a mí misma por lo que había sido capaz de soportar. Nada que ver seguramente con lo que Él es capaz de hacer, pero para mí ya era muchísimo.

Lo de en medio me lo salto, que merece capítulos enteros aparte :). Mejor paso directamente a lo sucedido una noche de amigas.

Por fin podemos quedar dos amigas y yo para cenar e ir a mi bar preferido después. Una de ellas (muackssssss) es una apasionada del Bondage. Fué a un taller a Madrid a aprender e incluso se ha comprado sus propias cuerdas. Una verdadera fan del Shibari. Así que me ofrecí para que practicara conmigo algo de lo que había aprendido, para que no se le olvidara, ya que casualmente, me encanta ser atada (síiiiiiiii).
En el último momento se apuntó otra sumisa amiga virtual de un Dom de Madrid. Menudas cuatro jajajaja, cotorreando sin parar como si nos conociéramos de toda la vida. Y las cuatro sin Amo a quien complacer. Cuánta entrega desaprovechada.....

Al acabar la cena, nos vamos por fin al bar, que al fin y al cabo era el objetivo. La cena sólo era una excusa para no sentirnos tan pervertidas al no ir al meollo directamente jeje.

El día anterior hablé por teléfono con el Señor X anunciándole los planes, así que tenía una remota esperanza de que estuviera allí. Pero no fué así.
Estaba mi amigo J, como siempre, buscando alguna "presa" para llevarse a casa. Tras hacer caso omiso a su ofrecimiento, vimos a otro crack del Bondage. Bueno, no va a ser la noche perfecta que me hubiera gustado, pero almenos disfrutaremos, pensé.

Ya en la mazmorra, mi amiga D le hizo una precioso corsé a mi amiga B, con nuestro amigo A como tutor. Un lujazo.
Después me tocó a mí. La idea no era quedarme en tanga, pero así acabé. Al principio me costó un poco decidirme, pero la verdad es que las cuerdas no son lo mismo con tejanos. No hay color vamos.
Me hizo un karada muy bien hecho. Entre risas, provocaciones jijijii y mucho cariño.
Después nuestro amigo A se ofreció a mostrarle el mismo que ella había hecho pero de cuerpo entero. Precioso.
Una vez acabado, y tras preguntar muy amablemente si me vestía ya o aún no (jijijiji, nuestro amigo A accedió a hacerme algo más. Y como soy tan "bocas", pues una suspensión que me hizo. El resultado lo podéis ver en la foto adjunta :), un takate kote.
Fué espectacular. Me sentí muy bien en sus manos. Pero como siempre que me pongo nerviosa, no paraba de hablar ni de decir chorradas, para quitarle hierro al asunto, o para evitar mirarle a los ojos mientras me ataba. A saber.
Cuando estaba ya colgada, sonó mi teléfono, al que evidentemente no pude atender. Era el Señor X! e iba a venir!!
Llegó en el momento en el que ya me estaban deshaciendo el arnés, ya en el suelo. Me hubiera gustado que hubiera visto la suspensión, era espectacular, incluso estaba guapa y todo.

Una vez vestida y dadas las gracias pertinentes a las manos artistas, por fin pude ir a saludarlo, con un solo beso en la mejilla, como siempre.
Habían llegado momentos antes varias personas, de las que conocía a algunas, y nos pusimos a hablar, de cosas sin relevancia. Me habían pillado por banda en la conversación, debido a lo que habían visto y les había encantado. Yo sólo pensaba en escaparme para poder ir a hablar con Él, pero no había manera leñe.
Al final con la excusa de ir a buscar el tabaco me escapé a la barra, donde estaban las demás féminas, había comprobado que no tenía nada que hacer con el otro grupo. Tan sólo un par de frases en 10 minutos entre Él y yo me dieron la pista.

Al poco rato bajó el resto, y tras pagar sus consumiciones, se despidieron de todos. Otro beso en su mejilla y se marchó.
Eso fué todo.

Dos semanas esperando ese momento para dos besos y dos frases.
La verdad es que no esperaba que viniera, pero vino. Tampoco esperaba amanecer a su lado, y en eso no me equivoqué. Quizás porque no lo esperaba, en ese momento no me afectó tanto. Y eso en parte me asusta, el hecho de ya no esperar que me sorprenda. La indiferencia hacia si me hace caso o no. Pero ya han pasado dos días, y me duele. No soy tan dura como creía. En el fondo soy cristal a punto de partirse.
Ya han empezado las grietas.


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