Me pasé la noche del sábado llorando, maldiciendo, preguntándole al diablo mil por qués, culpando a Murphy de mi destino, juzgándome hasta por el color de mis uñas.
Esas noches no me son muy abundantes, pero cuando llegan........pueden ser muy dolorosas, un golpe directo a mi alma, cada vez más frágil.
Acostumbran a ser el clímax de una temporada de dudas existenciales relativas, y las veo venir desde lejos, aunque nunca sé cuándo se manifiestan o cuando marcharán. O cómo las superaré, que esa es otra!
Almenos esta vez puedo afirmar contenta que ésta tb acabó, y quizás de la mejor manera posible, creo.
Sólo hizo falta un par de llamadas a primera hora del domingo para ducharme y salir decidida de casa, de mi jaula hipotecada.
Lo que iba a ser una visita rápida se convirtió en 24h.
24h acompañada, de conversación, de cena, de cóckteles, de cigarros, de poesía, de música. Sólo me faltó el abrazo dormido, pero no se puede tener todo.....
Y llegó el momento de escoger: "¿quieres que te trate como a una puta o como a una princesa?"
Me cambió la cara al segundo. No soporto la palabra puta dirigida a mí, por motivos que no vienen al caso. Pero no puedo con ella, me supera, me cambia la expresión, me pone triste, me hace llorar. Y él lo sabe....
Pero tenía que escoger, en ese preciso momento en el que me vinieron mil cosas a la cabeza, con las lágrimas asomando pese a prohibírselo, con el pulso acelerado por la rabia. Sí, en ese momento sentí rabia, mucha. Y no le miré a los ojos, los evitaba a conciencia.
Las putas no miran a los ojos cuando se sienten tan vulnerables.
"No soy una puta, pero tampoco una princesa".
Insiste, tengo que escoger.
Me faltó nada para levantarme, vestirme e irme. Y con el correspondiente portazo, claro.
"No me siento identificada con ninguna de las dos"
"Ya!"
"Como una puta" contesté con un hilo de voz, lo poco que me quedaba, derrotada.....
Y seguí sin mirarle a los ojos mientras me follaba, no me fuera a ver las lágrimas.
Derrotada; derrotada; derrotada; derrotada.....me repetía para mí.
Me quedó un enorme sabor agridulce.
Jamás me había sentido tan humillada, y lo más extraño es que me ha quedado una sensación que no sé explicar.....por un lado me gusta explorar, que me arranquen emociones que ni siquiera sabía que existieran, ir más allá de mi psique.....pero duele, la derrota duele mucho. Incluso diría que es peligrosa cuando al mismo tiempo albergo taaaaanta rabia. Las reacciones pueden ser inesperadas. La verdad es que no sé cómo no marché en ese momento. Supongo que en el fondo deseaba ver el desenlace de mi batalla particular.
Al poco rato se durmió, y yo abrazada a su brazo.
Cuando llegó el momento me vestí y me fuí, sin despertarle, pero dándole unos besos en la mejilla. Esta vez mirándole a los ojos, aunque no tuve mirada de respuesta.
No hablamos de lo sucedido.
Le dejé durmiendo mientras cerraba la puerta.
Esas noches no me son muy abundantes, pero cuando llegan........pueden ser muy dolorosas, un golpe directo a mi alma, cada vez más frágil.
Acostumbran a ser el clímax de una temporada de dudas existenciales relativas, y las veo venir desde lejos, aunque nunca sé cuándo se manifiestan o cuando marcharán. O cómo las superaré, que esa es otra!
Almenos esta vez puedo afirmar contenta que ésta tb acabó, y quizás de la mejor manera posible, creo.
Sólo hizo falta un par de llamadas a primera hora del domingo para ducharme y salir decidida de casa, de mi jaula hipotecada.
Lo que iba a ser una visita rápida se convirtió en 24h.
24h acompañada, de conversación, de cena, de cóckteles, de cigarros, de poesía, de música. Sólo me faltó el abrazo dormido, pero no se puede tener todo.....
Y llegó el momento de escoger: "¿quieres que te trate como a una puta o como a una princesa?"
Me cambió la cara al segundo. No soporto la palabra puta dirigida a mí, por motivos que no vienen al caso. Pero no puedo con ella, me supera, me cambia la expresión, me pone triste, me hace llorar. Y él lo sabe....
Pero tenía que escoger, en ese preciso momento en el que me vinieron mil cosas a la cabeza, con las lágrimas asomando pese a prohibírselo, con el pulso acelerado por la rabia. Sí, en ese momento sentí rabia, mucha. Y no le miré a los ojos, los evitaba a conciencia.
Las putas no miran a los ojos cuando se sienten tan vulnerables.
"No soy una puta, pero tampoco una princesa".
Insiste, tengo que escoger.
Me faltó nada para levantarme, vestirme e irme. Y con el correspondiente portazo, claro.
"No me siento identificada con ninguna de las dos"
"Ya!"
"Como una puta" contesté con un hilo de voz, lo poco que me quedaba, derrotada.....
Y seguí sin mirarle a los ojos mientras me follaba, no me fuera a ver las lágrimas.
Derrotada; derrotada; derrotada; derrotada.....me repetía para mí.
Me quedó un enorme sabor agridulce.
Jamás me había sentido tan humillada, y lo más extraño es que me ha quedado una sensación que no sé explicar.....por un lado me gusta explorar, que me arranquen emociones que ni siquiera sabía que existieran, ir más allá de mi psique.....pero duele, la derrota duele mucho. Incluso diría que es peligrosa cuando al mismo tiempo albergo taaaaanta rabia. Las reacciones pueden ser inesperadas. La verdad es que no sé cómo no marché en ese momento. Supongo que en el fondo deseaba ver el desenlace de mi batalla particular.
Al poco rato se durmió, y yo abrazada a su brazo.
Cuando llegó el momento me vestí y me fuí, sin despertarle, pero dándole unos besos en la mejilla. Esta vez mirándole a los ojos, aunque no tuve mirada de respuesta.
No hablamos de lo sucedido.
Le dejé durmiendo mientras cerraba la puerta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario